Descubrí tu misión como asesora de imagen

¿Qué es lo que más amo de mi profesión de asesora de imagen? Ser una activadora de autoestima, sin ninguna duda.

Porque esta frase que convertí este año en hashtag resume mi debilidad por acompañar e impulsar a otras mujeres a que adopten una mirada amorosa frente al espejo, descubran el placer de dedicarse el rato posible a ellas mismas, ganen más seguridad y confianza, o relativicen las exigencias estéticas que tanto mal nos hacen.

Sé que ahí está mi misión y mi pasión; la energía que me moviliza a preparar con esmero los encuentros con mis clientas y alumnas, que me lleva a buscar más herramientas para acercar a otras asesoras a su sueño o a enriquecer constantemente los contenidos de mis clases de la certificación  o las sesiones de las mentorías.

Encontrar este propósito me costó aciertos, avances, contramarchas y algunas frustraciones, hasta que el click esperado llegó de la mano de un trabajo profundo de autoconocimiento que promuevo y recomiendo.

Sí. Firmo donde quieran que nuestra misión como profesionales está en nuestro interior, en lo que resuena y moviliza en determinada etapa de nuestra vida (que, para las más grandes, puede tener parámetros o expectativas distintos a lo que buscamos o esperábamos a los 18), en lo que nos quedó en el tintero o en alguna facilidad que nos gustaría desarrollar.

Muchas llegan a estudiar asesoramiento de imagen al darse cuenta de su rol como referentes del buen vestir o que acompañar a profesionales y líderes en su crecimiento es un excelente desafío.

Para esto, no hay leyes de mercado, esquemas prefijados o tradiciones familiares que valgan. Si no, ¿por qué tantas optamos en algún momento por dar un volantazo, aún cuando teníamos un lugar bien ganado en otros ámbitos?. Va mi aclaración para estos casos: les aseguro que toda experiencia cuenta a favor y mucho más de lo que pensamos.   

Dar con el "para qué"

¿Por dónde comenzar esta reflexión? ¡Hay muchísimos métodos y sistemas, y cada uno aporta lo suyo y desde una mirada diferente.

Yo suelo hablar en mis clases del ikigai. Se trata de un concepto japonés que se refiere a "la razón de vivir", a aquello que genera satisfacción.

Según esta filosofía, todo el mundo tiene su propio motivo o sentido de existencia. Para encontrarlo, uno de los primeros pasos será pensar en el propio don. También en esas actividades que nos fascinaban de chicas. Los recuerdos de la niñez son oro en polvo a la hora de conectarnos con nuestros deseos.

También incorporo en las charlas o mentorías el método B.R.I.L.L.O, que creé y tengo registrado. Está basado en las habilidades intangibles, que no nos demandan esfuerzo, en aquellas cuestiones que nos salen de taquito y en los intereses más genuinos. Una primicia: en 2021 quiero darle a esta fórmula el protagonismo que merece.

Pero existen más técnicas y teorías fascinantes, dignas de explorar. Y que pueden ser el empujón para desatornillarte del sillón y diseñar la vida que soñás. El secreto es que ¡Cuánto más nos dediquemos a saber sobre nosotras mismas más lejos llegaremos!

Antes de despedirme y si estás en sintonía con los temas que vengo compartiendo, te cuento que lancé el último llamado para la Masterweek. Un ciclo de charlas que te ayudarán a potenciar tu negocio de asesoramiento de imagen y también te permitirán pispear si es la carrera que estás buscando.

Las charlas serán del 23 al 29 de noviembre, online y quedan grabadas. Para más info, clickeá acá. ¡Te espero!

 

 

Con amor, Flor

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