"La fruta más baja", la fórmula para salir del sillón y lanzar tu emprendimiento

Tal vez te tomaste un tiempo prudencial e introspectivo para capacitarte, actualizarte, repensar tu perfil y tus servicios como asesora de imagen, darle un giro a tu propuesta, armar un negocio de cero o hasta para sincerarte sobre tus ganas de dejar ese trabajo que ya tanto no te cuadra y lanzarte como emprendedora.  

Acá llega mi rol de empujadora serial -siempre con el permiso anticipado de cada una- para sacarte del sillón e inyectarte con mi dosis de amor carnero.

¿Por dónde empezar? Por tu mundo, sin dudas.  Algo que en el ámbito de ventas se conoce como "la fruta más baja”.

¿A qué refiere esta idea? A pensar en los contactos que tenés a mano, que resulten cercanos y de circuitos conocidos.

A sacarle el jugo a los recursos disponibles y que no impliquen una inversión o espera eterna.

Y, por qué no, focalizar, dentro de tus propuestas, en aquellas que te salen de taquito.

¿Los casos prácticos?

- Si antes de convertirte en asesora de imagen, trabajaste en un ámbito corporativo jurídico o creativo, pensá en las necesidades específicas de ese target y en posibles clientes o contactos (las referencias son un punto importante para hacer crecer tu negocio).

- El showroom de una amiga o conocida de mucha confianza puede ser el espacio justo para dar charlas o incluir tus productos -dividir gastos con claridad y equidad nunca es mala idea.

- O, en estos tiempos de virtualidad al mil por mil, tu histrionismo y la facilidad para estar frente al público -aunque sea del otro lado de una pantalla- o la practicidad para incorporar nuevos sistemas tecnológicos serán condiciones sustanciosas para armar capacitaciones, charlas o consultas online.

- El trampolín también viene de aquellos elogios que solés recibir y dejás pasar. Las ponderaciones a tus looks o tu chispa para incorporar esos accesorios transformadores de un equipo básico serán tus cartas de presentación.

En cualquiera de los casos, la alternativa recomendada es empezar de a poco. Con pasos chicos y un rumbo preciso (aunque con una postura flexible para dar marchas y contramarchas que se presenten durante el recorrido).

Mi propia experiencia viene justo para esta situación. Cuando dejé la escuela para asesoras de imagen que me llenó de satisfacciones y que creé junto a mi socia, mi propósito fue trabajar mayormente desde mi casa y con encuentros online -algo no tan desarrollado como ahora, pero que ya se vislumbraba como una tendencia inevitable.

El contrato en el lugar que alquilábamos se vencía y el propietario quería retomar su posesión. Al mismo tiempo, yo estaba agotada de invertir tantas horas por día en viaje, deseaba estar más con mi hijo y también, tomar mis propias decisiones.

Mi capital en ese momento eran mi recorrido, mi visión sobre la imagen personal y mis contenidos súper actualizados y desarrollados.

Empecé a dar mi certificación y mentorías con un dropbox y un zoom -ahora todas estamos cancheras con estos sistemas, ¡pero te aseguro que ni se conocían!  Luego, gasté y perdí mucha plata y tiempo con una plataforma virtual que no me resultó, hasta que alguien me acercó la opción que uso ahora y que me tiene fascinada.

El proceso hasta esta instancia actual, que me enorgullece, fue muy valioso. Me permitió carretear, seguir andando.   

¡Hay más! No quiero cerrar mi post sin dejar claro que la idea de jugarse a "todo o nada" o "patear el tablero" conocido o que genere el sustento del momento no es una alternativa válida.

Los asesores para emprendedores más reconocidos recalcan los beneficios de mantener el trabajo o la ocupación anterior a la par del nuevo proyecto. Esto brinda calma mental y obliga a hacer rendir al máximo los ratos disponibles. 

Te puedo asegurar que si es “lo tuyo”, la falta de tiempo o de energía no serán las trabas.

 

El tip que quiero dejarte: buscá tu meta y después, aprovechá tus recursos a mano, la fruta más baja. Es una manera efectiva de alcanzar tus sueños y propósitos.

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